La divinidad de Jesucristo

   Una verdad que fue atacada desde el principio del cristianismo, y lo es aún en nuestros días, es la divinidad de Jesús. Los hombres quieren considerarlo como un hombre de bien, nada más, como un maestro, o un gran profeta. Mientras que la Biblia afirma su esencia divina, íntimamente unida a su humanidad. Nuestra mente limitada no puede comprender ese misterio.
   Jesús afirmó ser Dios. Él proclamó ser "uno" con el Padre (Juan 10.30), y que aquel que lo veía, veía al Padre mismo (Juan 14.9). Afirmó su preexistencia (Juan 8.58), como aquel que en el Antiguo Testamento declara: "Yo soy el que soy" (Éxodo 3.14)
   Si Jesús dijo: "el Padre mayor es que yo" (Juan 14.28), no es una contradicción con lo que afirma más arriba. Más bien, es una manifestación perfecta de su profunda humildad. Condescendió a asumir nuestra humanidad, hasta morir en la cruz.
   Jesús recibió la adoración como Dios. Numerosos textos de la Biblia dan testimonio de la divinidad de Jesucristo.
   Cuando era niño, los magos se postraron ante Él (Mateo 2.11); luego, los discípulos le adoraron después de que calmó la tempestad (Mateo 14.33), Citemos, igualmente, el homenaje rendido por el ciego de nacimiento, a quien Jesús devolvió la vista (Juan 9.38). Y la adoración de Tomás, cuando constató la realidad de su resurrección (Juan 20.28).