La adoración

"Y apareció el Señor a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Dios, quien le había aparecido."   Génesis 12.7

  Abram construyó un altar a Dios. En muchas religiones se utilizaban los altares, pero para el pueblo de Dios, los altares eran más que simples lugares de sacrificio. Significaban comunión con Dios, y conmemoraban encuentros significativos con Él. Construídos de piedras y tierra, a menudo, los altares permanecían en esos lugares por años, como recordatorios continuos de la protección, y de las promesas de Dios.
  Abram construía altares a Dios con regularidad, para orar y adorarlo, y para recordar la promesa del Señor de que lo bendeciría. No hubiera podido sobrevivir, espiritualmente, sin la renovación permanente de su amor y lealtad al Señor. Construir altares lo ayudaba a recordar que Dios era el centro de su vida.
  La adoración frecuente nos ayuda a recordar lo que Dios desea, y nos motiva a obedecerle.