La necesidad de la unión de los hermanos

"Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra.
  Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos."   Génesis 13.7-8

  Rodeados de vecinos hostiles, los pastores de Abram y los de Lot (su sobrino), debieron haberse unido. En lugar de eso, permitieron que la envidia los separara.
  Situaciones similares existen hoy en día. Muchos cristianos discuten y pelean, mientras que Satanás está trabajando alrededor de ellos.
  Las rivalidades, las discusiones, los desacuerdos entre creyentes, son sumamente dañinos. Pueden dañar la buena voluntad, la confianza y la paz, base de las relaciones humanas. Obstaculizan el progreso de importantes metas. Nos hacen concentrarnos en nosotros mismos, y no en el amor.
 Jesús supo cuán destructivos pueden ser los argumentos entre hermanos. En su oración final, antes de ser traicionado y arrestado, Jesús pidió al Padre que sus seguidores siempre fueran "uno" (Juan 17,21).