"Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra." Génesis 11.4
"Ahora, pues, descendamos. y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Así los esparció Dios desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de construir la ciudad." Génesis 11. 7-8
La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo. Pero, era un monumento dedicado a la gente misma, y no a Dios.
A veces construímos monumentos a nosotros mismos (ropas caras, una gran casa, un automóvil lujoso, un trabajo importante, ...) para llamar la atención. La prosperidad no es mala, es una bendición de Dios. Pero, cuando olvidamos darle las gracias a Él, y la adjudicamos a nuestros propios méritos, estamos equivocándonos seriamente. Si usamos las bendiciones que el Señor nos ha dado, para jactarnos y gloriarnos, adjudicándolas a nosotros mismos, estamos errando el camino.
Somos libres, por supuesto, para desarrollarnos (con la ayuda del Señor), pero no para pensar que hemos reemplazado a Dios, y sentirnos autosuficientes.
Lo que estos antepasados nuestros, pretendieron convertir en un monumento a los esfuerzos humanos, se transformó en un símbolo del castigo divino al orgullo y a la autosuficiencia.
¿Qué torres ha construído (o está construyendo) usted en su vida?
"Ahora, pues, descendamos. y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Así los esparció Dios desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de construir la ciudad." Génesis 11. 7-8
La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo. Pero, era un monumento dedicado a la gente misma, y no a Dios.
A veces construímos monumentos a nosotros mismos (ropas caras, una gran casa, un automóvil lujoso, un trabajo importante, ...) para llamar la atención. La prosperidad no es mala, es una bendición de Dios. Pero, cuando olvidamos darle las gracias a Él, y la adjudicamos a nuestros propios méritos, estamos equivocándonos seriamente. Si usamos las bendiciones que el Señor nos ha dado, para jactarnos y gloriarnos, adjudicándolas a nosotros mismos, estamos errando el camino.
Somos libres, por supuesto, para desarrollarnos (con la ayuda del Señor), pero no para pensar que hemos reemplazado a Dios, y sentirnos autosuficientes.
Lo que estos antepasados nuestros, pretendieron convertir en un monumento a los esfuerzos humanos, se transformó en un símbolo del castigo divino al orgullo y a la autosuficiencia.
¿Qué torres ha construído (o está construyendo) usted en su vida?