"No matarás." Éxodo 20.13
"Oisteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego." Mateo 5.21-22
El sexto mandamiento ("No matarás.") no sólo prohibe el acto de matar (literalmente), sino que se aplica también al pensamiento, a las palabras y a las actitudes de desprecio, de rechazo, de burla, de odio, ... que podemos tener hacia los demás. Jesús las equipara con el asesinato. Palabras dichas con resentimiento, o actitudes de desprecio o de indiferencia, pueden herir gravemente (matar) el alma de la persona que las recibe. Asesinar es un pecado terrible, pero lo nombrado anteriormente constituye una grave falta también, porque viola el mandato de Dios de amar. Debemos ser muy cuidadosos en cómo le hablamos a otros, y de las actitudes y pensamientos que tenemos hacia ellos. Hagamos esto motivados, fundamentalmente, por el amor hacia nuestro prójimo. Y, teniendo en cuenta, que la violación de este mandamiento, nos lleva, inexorablemente, al juicio divino.
"Oisteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego." Mateo 5.21-22
El sexto mandamiento ("No matarás.") no sólo prohibe el acto de matar (literalmente), sino que se aplica también al pensamiento, a las palabras y a las actitudes de desprecio, de rechazo, de burla, de odio, ... que podemos tener hacia los demás. Jesús las equipara con el asesinato. Palabras dichas con resentimiento, o actitudes de desprecio o de indiferencia, pueden herir gravemente (matar) el alma de la persona que las recibe. Asesinar es un pecado terrible, pero lo nombrado anteriormente constituye una grave falta también, porque viola el mandato de Dios de amar. Debemos ser muy cuidadosos en cómo le hablamos a otros, y de las actitudes y pensamientos que tenemos hacia ellos. Hagamos esto motivados, fundamentalmente, por el amor hacia nuestro prójimo. Y, teniendo en cuenta, que la violación de este mandamiento, nos lleva, inexorablemente, al juicio divino.