"Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: Jehová, Dios de mi señor Abraham, si tú prosperas ahora mi camino por el cual ando, he aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual dijere: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro, y ella me respondiere: Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; sea ésta la mujer que destinó Jehová para el hijo de mi señor. Antes que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y le dije: te ruego que me des de beber. Y bajó prontamente su cántaro de encima de sí, y dijo: Bebe, y también a tus camellos daré de beber. Y bebí, y dio también de beber a mis camellos. Entonces le pregunté y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente en su nariz, y brazaletes en sus brazos; y me incliné y adoré a Jehová, y bendije a Jehová Dios de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo." Génesis 24.42-48
"... el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras (el anticipo) del Espíritu en nuestros corazones." 2Corintios 1.22
"... a quien amáis si haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; ..." 1Pedro 1.8
"Y de igual manera el Espíritu nos guía en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos ..." Romanos 8.26
La oración del mayordomo pidiendo dirección es muy instructiva. Nos muestra que Dios contesta la oración cuando ésta está formulada con sinceridad, teniendo en cuenta su Voluntad, y dejándonos guiar por su Espíritu Santo. El siervo propuso una señal, que en sí misma, demostraría que la joven era una persona digna. Rebeca resultó, en realidad, mejor de lo que había pedido el siervo: hospitalaria, bondadosa, y además, extraordinariamente hermosa y pura. Además de eso, era una mujer de carácter, que no vaciló en cuanto a hacer la voluntad de Dios ("Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré." Gén. 24.58). Creyó, y de buena voluntad se ofreció a ir a un país lejano, para casarse con un hombre al cual nunca había visto.
Se ve un hermoso paralelo entre la misión del siervo, de conseguir una esposa para Isaac, y la obra del Espíritu, en preparar una novia para Jesucristo (la Iglesia). Al igual que el siervo, no habló de sí mismo. El Espíritu no habla por su propia cuenta, sino que habla acerca del Hijo de la promesa (Juan 16.13-15). De la misma manera que el siervo, le obsequió a Rebeca cosas preciosas, como un anticipo de las riquezas de Isaac, el Espíritu da dones y el anticipo de las bendiciones venideras a la Iglesia (2Corintios 1.22). Como Rebeca creyó y amó a Isaac, su prometido, sin haberlo visto, el creyente, sin verlo, cree en Cristo, lo ama y se alegra con gozo inefable y glorioso (1Pedro 1.8). Finalmente se ve, en el largo trayecto que tenía que hacer Rebeca, la imagen del viaje del cristiano a su hogar celestial.
Que el Señor nos ayude a dejarnos guiar por su Espíritu en nuestras oraciones. Porque sabemos que "... si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." 1Juan 5.14-15
"... el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras (el anticipo) del Espíritu en nuestros corazones." 2Corintios 1.22
"... a quien amáis si haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; ..." 1Pedro 1.8
"Y de igual manera el Espíritu nos guía en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos ..." Romanos 8.26
La oración del mayordomo pidiendo dirección es muy instructiva. Nos muestra que Dios contesta la oración cuando ésta está formulada con sinceridad, teniendo en cuenta su Voluntad, y dejándonos guiar por su Espíritu Santo. El siervo propuso una señal, que en sí misma, demostraría que la joven era una persona digna. Rebeca resultó, en realidad, mejor de lo que había pedido el siervo: hospitalaria, bondadosa, y además, extraordinariamente hermosa y pura. Además de eso, era una mujer de carácter, que no vaciló en cuanto a hacer la voluntad de Dios ("Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré." Gén. 24.58). Creyó, y de buena voluntad se ofreció a ir a un país lejano, para casarse con un hombre al cual nunca había visto.
Se ve un hermoso paralelo entre la misión del siervo, de conseguir una esposa para Isaac, y la obra del Espíritu, en preparar una novia para Jesucristo (la Iglesia). Al igual que el siervo, no habló de sí mismo. El Espíritu no habla por su propia cuenta, sino que habla acerca del Hijo de la promesa (Juan 16.13-15). De la misma manera que el siervo, le obsequió a Rebeca cosas preciosas, como un anticipo de las riquezas de Isaac, el Espíritu da dones y el anticipo de las bendiciones venideras a la Iglesia (2Corintios 1.22). Como Rebeca creyó y amó a Isaac, su prometido, sin haberlo visto, el creyente, sin verlo, cree en Cristo, lo ama y se alegra con gozo inefable y glorioso (1Pedro 1.8). Finalmente se ve, en el largo trayecto que tenía que hacer Rebeca, la imagen del viaje del cristiano a su hogar celestial.
Que el Señor nos ayude a dejarnos guiar por su Espíritu en nuestras oraciones. Porque sabemos que "... si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." 1Juan 5.14-15