Dios quiere un matrimonio unido

"Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom (rojo). Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura."  Génesis 25.28-34
"Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia."  Efesios 5.22-29



  Los roles de cabeza de familia (ejercido por Isaac) y de ayuda idónea (que le correspondía a Rebeca) fueron alterados por el favoritismo hacia los hijos, las mentiras, y la falta de decisiones tomadas bajo el consejo de Dios. Al no estar de acuerdo los cónyuges en el modelo a consolidar, los hijos heredaron sólo rencillas, rencores y malos deseos de uno hacia el otro. Les faltó el plan de Dios que desalojara el pecado, que fuera llevado a cabo a través de Su sistema y en Su poder, con una completa entrega de ambos. Precisamente, la diferencia entre los dos hermanos, se acentuó por el hecho de que los padres mostraban parcialidad, cada cual por uno de los hijos y no actuaban como "una sola carne". El matrimonio planeado en el cielo no era un éxito absoluto en la tierra, porque fallaban los esposos. Es así como los buenos principios cedieron. Y entonces vemos a un Esaú para quien las promesas recibidas por sus antepasados (por Dios mismo) poco y nada significaban. Al punto que las cambia por un plato de lentejas ("He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?"). Y tembién, vemos a un Jacob, interesado, que para nada consulta a Dios, y resuelve el tema por sí mismo, aprovechando un momento de debilidad de su hermano (que volvía del campo cansado) para tentarlo a vender la bendición que le correspondía por ser el hermano mayor (el que primero había salido del vientre de la madre).
  Este pasaje es un llamado de atención a las parejas de la actualidad. Una exhortación a volvernos a Dios. A buscar su guía en oración. A desear desempeñar el rol para el cual fuimos creados. A cumplir el propósito del Señor para nuestras vidas, y así traer bendición, no sólo para nosotros, sino también para nuestros seres queridos (esposo/a, hijos, padres, hermanos, amigos).