"Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor. Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz. Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas." Génesis 25.21.27
"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." Romanos 12.2
Cuando Isaac tomó por esposa a Rebeca, enfrentó el mismo problema que sus padres, pues ella era estéril. Pero él "oró a Jehová por su mujer ... y concibió Rebeca".
Su recurso fue espiritual y la respuesta no faltó. Había esperado veinte años, pero no había desesperado, y "lo aceptó Jehová" (Gén. 25.21).
Luego, Rebeca, cuando soportaba la lucha de sus niños en el vientre, "fue a consultar a Jehová". Otra decisión sabia. Por Dios supo el propósito, y seguramente esto la fortaleció en resistencia. Los dos hijos serían fundadores de dos naciones antagónicas: la nación que descendería del mayor serviría o dependería de la nación que surgiría del más joven. En este caso, Dios cambió la costumbre de aquella época, que favorecía al hijo mayor. ¿Por qué sucedió esto? Dios conoce todo antes de que suceda. Sabía que Esaú se convertiría en un hábil cazador, siguiendo un alocado llamado en pos de emociones y aventuras. Que carecería de dominio propio, y sería incapaz de apreciar los valores espirituales. Dios, en consecuencia, decidió obrar en el corazón de Jacob, que sería hombre pacífico, que amaba la vida hogareña, y al cual le interesaba lo espiritual. De cualquier manera, le tomó tiempo transformar a Jacob en el gran hombre de Dios, padre de las doce tribus de Israel, y continuador de la línea mesiánica, de la cual nacería, muchos años más tarde, nuestro amado Salvador: el Señor Jesucristo.
El Señor tiene el conjunto de los datos, y obra con Sabiduría Divina. Él ve mucho más allá que nosotros. No reneguemos nunca de su Voluntad, que siempre es "agradable y perfecta".
"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." Romanos 12.2
Cuando Isaac tomó por esposa a Rebeca, enfrentó el mismo problema que sus padres, pues ella era estéril. Pero él "oró a Jehová por su mujer ... y concibió Rebeca".
Su recurso fue espiritual y la respuesta no faltó. Había esperado veinte años, pero no había desesperado, y "lo aceptó Jehová" (Gén. 25.21).
Luego, Rebeca, cuando soportaba la lucha de sus niños en el vientre, "fue a consultar a Jehová". Otra decisión sabia. Por Dios supo el propósito, y seguramente esto la fortaleció en resistencia. Los dos hijos serían fundadores de dos naciones antagónicas: la nación que descendería del mayor serviría o dependería de la nación que surgiría del más joven. En este caso, Dios cambió la costumbre de aquella época, que favorecía al hijo mayor. ¿Por qué sucedió esto? Dios conoce todo antes de que suceda. Sabía que Esaú se convertiría en un hábil cazador, siguiendo un alocado llamado en pos de emociones y aventuras. Que carecería de dominio propio, y sería incapaz de apreciar los valores espirituales. Dios, en consecuencia, decidió obrar en el corazón de Jacob, que sería hombre pacífico, que amaba la vida hogareña, y al cual le interesaba lo espiritual. De cualquier manera, le tomó tiempo transformar a Jacob en el gran hombre de Dios, padre de las doce tribus de Israel, y continuador de la línea mesiánica, de la cual nacería, muchos años más tarde, nuestro amado Salvador: el Señor Jesucristo.
El Señor tiene el conjunto de los datos, y obra con Sabiduría Divina. Él ve mucho más allá que nosotros. No reneguemos nunca de su Voluntad, que siempre es "agradable y perfecta".