"Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril. Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén (ved un hijo), porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido. Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón (ha oído). Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto llamó su nombre Leví (juntado). Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá (alabanza); y dejó de dar a luz." Génesis 29.31-35
"Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca." Salmo 34.1
El matrimonio con las dos hermanas trajo consigo dificultades, celos y rozamientos, como era de esperarse. Tales matrimonios recién fueron prohibidos por la ley de Levítico 18.18: "No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida." Lea cosechó los frutos de haber participado en el engaño efectuado a Jacob: fue menospreciada por su esposo, y obtuvo la enemistad de su hermana. Pero, Dios se compadeció de ella. Y mostró su desagrado por el trato que Jacob le estaba dando, haciéndola fructífera, y estéril a Raquel. A la despreciada esposa Lea deben su origen seis de las tribus, y entre ellas la de Judá (de cuya simiente nacería nuestro Salvador, el Señor Jesucristo). En este párrafo bíblico sólo se relata el nacimiento de sus cuatro primeros hijos. Notamos que cuando ella deja de lamentarse, y alaba al Señor, Él premia esa actitud y entonces Lea da a luz a Judá, a través del cual, por medio de sus descendientes, nacería, muchos años más tarde, el Rey de Reyes y Señor de Señores.
No dejemos de alabar a nuestro Dios, por más dura que sea la situación. No nos lamentemos de nuestra suerte (que en muchas ocasiones es la consecuencia de nuestros actos). Confiemos en que el Señor no abandona a sus hijos, a aquellos que lo buscan, a aquellos que lo aman, a aquellos que lo obedecen. A su tiempo, Él dará respuesta con una gran bendición. Sabemos que es así!!!
"Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca." Salmo 34.1
El matrimonio con las dos hermanas trajo consigo dificultades, celos y rozamientos, como era de esperarse. Tales matrimonios recién fueron prohibidos por la ley de Levítico 18.18: "No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida." Lea cosechó los frutos de haber participado en el engaño efectuado a Jacob: fue menospreciada por su esposo, y obtuvo la enemistad de su hermana. Pero, Dios se compadeció de ella. Y mostró su desagrado por el trato que Jacob le estaba dando, haciéndola fructífera, y estéril a Raquel. A la despreciada esposa Lea deben su origen seis de las tribus, y entre ellas la de Judá (de cuya simiente nacería nuestro Salvador, el Señor Jesucristo). En este párrafo bíblico sólo se relata el nacimiento de sus cuatro primeros hijos. Notamos que cuando ella deja de lamentarse, y alaba al Señor, Él premia esa actitud y entonces Lea da a luz a Judá, a través del cual, por medio de sus descendientes, nacería, muchos años más tarde, el Rey de Reyes y Señor de Señores.
No dejemos de alabar a nuestro Dios, por más dura que sea la situación. No nos lamentemos de nuestra suerte (que en muchas ocasiones es la consecuencia de nuestros actos). Confiemos en que el Señor no abandona a sus hijos, a aquellos que lo buscan, a aquellos que lo aman, a aquellos que lo obedecen. A su tiempo, Él dará respuesta con una gran bendición. Sabemos que es así!!!