"Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.Y él dijo: He aqui ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera. Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano ... Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Vé ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos. Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba ... Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste; levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas ... Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú, y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy ... Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo ... Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los hijos de tu madre, Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren. Y aconteció, luego que Isaac acabó de bendecir a Jacob ... que Esaú su hermano volvió de cazar. E hizo él también guisados, y trajo a su padre ... Y él (Isaac) dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces; se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición ... ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí será tu habitación en grosura de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba; y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; y sucederá cuando te fortalezcas, que descargarás su yugo de tu cerviz." Génesis 27.1-40
El complot de Isaac para entregar la bendición a Esaú, y la contratreta de Rebeca y Jacob, ponen de relieve la carnalidad de toda la familia. Enceguecido por sus impulsos (su deseo de comer el producto de la caza de Esaú), y la parcialidad (su preferencia por el hijo mayor), Isaac estaba decidido a dar a Esaú lo que él bien sabía no le pertenecía, según la profecía (",,, el mayor servirá al menor." Génesis 25.23). Esaú, a su vez, quería recibir, lo que había vendido por un plato de lentejas. Jacob y Rebeca no estaban dispuestos a dejar la situación en manos de Dios, ni a confiar en que Él era capaz de llevar a cabo las promesas. Sino que aportaron sus propios métodos. Como resultado: todos sufrieron. Al comprender que Dios había prevalecido sobre sus planes, Isaac se estremeció. Esaú se desilusionó y se amargó contra Jacob. Debido a las amenazas formuladas por Esaú, Jacob tuvo, muy pronto, que abandonar el hogar, que tanto amaba, y trasladarse a tierra extraña. Allí sufrió mucho, bajo la mano correctora del Señor. Rebeca, a su vez, tuvo que despedirse del hijo amado, para no verlo más: murió antes de que él volviera.
Conclusión: cuando la familia no está unida, pierde las bendiciones del Señor. Que Él nos ayude a estar unidos en amor con nuestro cónyuge, a orar juntos, a pedir la guía de nuestro buen Dios. A amar a todos nuestros hijos por igual, a no tener preferencias. A comprendernos en nuestras debilidades, a orar uno por el otro, y también, por supuesto, por nuestros hijos. A ayudarnos mutuamente a crecer, y ser cada vez mejores personas. Sabemos que ésta es la Voluntad del Señor. Y aunque la tarea se torne, por momentos, dificil, no desmayemos, ya que contamos, en todo tiempo, con la Poderosa Ayuda de nuestro Salvador.
El complot de Isaac para entregar la bendición a Esaú, y la contratreta de Rebeca y Jacob, ponen de relieve la carnalidad de toda la familia. Enceguecido por sus impulsos (su deseo de comer el producto de la caza de Esaú), y la parcialidad (su preferencia por el hijo mayor), Isaac estaba decidido a dar a Esaú lo que él bien sabía no le pertenecía, según la profecía (",,, el mayor servirá al menor." Génesis 25.23). Esaú, a su vez, quería recibir, lo que había vendido por un plato de lentejas. Jacob y Rebeca no estaban dispuestos a dejar la situación en manos de Dios, ni a confiar en que Él era capaz de llevar a cabo las promesas. Sino que aportaron sus propios métodos. Como resultado: todos sufrieron. Al comprender que Dios había prevalecido sobre sus planes, Isaac se estremeció. Esaú se desilusionó y se amargó contra Jacob. Debido a las amenazas formuladas por Esaú, Jacob tuvo, muy pronto, que abandonar el hogar, que tanto amaba, y trasladarse a tierra extraña. Allí sufrió mucho, bajo la mano correctora del Señor. Rebeca, a su vez, tuvo que despedirse del hijo amado, para no verlo más: murió antes de que él volviera.
Conclusión: cuando la familia no está unida, pierde las bendiciones del Señor. Que Él nos ayude a estar unidos en amor con nuestro cónyuge, a orar juntos, a pedir la guía de nuestro buen Dios. A amar a todos nuestros hijos por igual, a no tener preferencias. A comprendernos en nuestras debilidades, a orar uno por el otro, y también, por supuesto, por nuestros hijos. A ayudarnos mutuamente a crecer, y ser cada vez mejores personas. Sabemos que ésta es la Voluntad del Señor. Y aunque la tarea se torne, por momentos, dificil, no desmayemos, ya que contamos, en todo tiempo, con la Poderosa Ayuda de nuestro Salvador.