Pongamos los ojos en Jesús

"Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto.
Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,
y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.
Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.
Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado.
Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.
Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?
Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.
Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,
10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.
11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.
12 Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.
13 Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.
14 Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.
15 Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.
16 Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.
17 En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.
18 Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.
19 Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.
20 Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.
21 E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.
22 Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.
23 Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó."  Génesis 40


  El panadero y el copero eran dos hombres de la mayor confianza del Faraón. El panadero tenía a su cargo la elaboración de la comida del rey, y el copero probaba todo alimento y bebida antes de dársela al Faraón, por si estaba envenenada o contaminada. Un día se sospechó que habían hecho algo malo, quizás conspirar contra el rey. Razón por la cual ambos cayeron presos. Al poco tiempo soltaron al copero (quien volvió a su oficio), pero ejecutaron al panadero, tal como había sido la interpretación de los sueños que habían tenido, por parte de José.
  Cuando el copero del rey se vio libre, se olvidó de José, quien le había rogado que hiciera mención de él al Faraón, para que se conociera la injusticia que se estaba cometiendo con su vida.
  No sería hasta dos años después, que José tendría otra oportunidad. En ocasión de que se necesitaba interpretar unos sueños del Faraón. Y ahí sí, el copero hizo mención del encuentro que había tenido con un joven hebreo en la cárcel, que le había interpretado acertadamente su sueño y el del panadero. La profunda fe de José lo sostuvo y lo mantuvo firme, y listo para aprovechar esta nueva oportunidad que se le presentaría.
  En ocasiones nos sentimos ignorados, despreciados u olvidados. No debemos sorprendernos que la gente sea desagradecida. Eso no debe amargarnos. En situaciones como estas, confiemos en Dios, como lo hizo José. Él nos ayudará a detectar las nuevas oportunidades para nuestra vida, que vienen llegando. Pongamos "los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe" (Hebreos 12.2). Con Él tenemos la victoria asegurada!!!