Nada hay imposible para Dios

"Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre lo había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate y huye a casa de Labán mi hermano en Harán, y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue; hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y olvide lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré de allá. ¿Por qué seré privada de vosotros ambos en un día? Y dijo Rebeca a Isaac: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida? Entonces Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán. Levántate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham."  Génesis 27.41-28.4
"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." Marcos.11-24
"... porque nada hay imposible para Dios."  Lucas 1.37


  Motivada por el temor de lo que pudiera hacerle Esaú a su hermano, si éste se quedaba en la casa, y también, por el interés de que su hijo menor, no se casara con una cananea (como así lo había hecho el mayor), Rebeca animó a Isaac a que enviara a Jacob, a la casa de Labán en Padan-aram. Antes de que su hijo partiera, Isaac lo alentó impartiéndole la bendición del pacto (ahora sí sabiendo que se trataba de Jacob). Y le aconsejó que buscara una esposa, que fuera digna de compartir las bendiciones divinas. Esaú se enojó tanto con Jacob, que olvidó el error que había cometido al regalar su primogenitura. Reaccionó con ira, y decidió matar a Jacob.
  La ira que producen los celos nos ciega, y nos impide ver qué parte de responsabilidad tenemos en lo que está pasando. Tampoco nos permite tener en cuenta los beneficios, aún en medio de la situación penosa que nos está tocando vivir. Y es así que sólo fijamos nuestra atención en lo que no tenemos, en lo que perdimos. Es ahí que tenemos que orar, pidiéndole a Dios que nos ayude a ver las oportunidades que pueden surgir, aún de la circunstancia desagradable por la que estamos atravesando. Nosotros no podemos manejar la situación que nos domina. Pero el Señor sí puede serenarnos y bendecirnos (por más triste y difícil que sea el momento) si nos volvemos a Él. Para Dios no hay nada imposible. Es especialista en transformar lo malo en bueno. Confiemos!!! No seremos defraudados jamás!!!