Texto bíblico:
"Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.
2 Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama, "Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.
3 y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo,
4 y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.
5 Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos.
6 Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades.
7 Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén.
8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos?
9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.
10 Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó.
11 Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia.
12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra.
13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él.
14 Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.
15 Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día,
16 el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.
17 Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
18 Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
19 Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.
20 Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés.
21 Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres.
22 Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco." Génesis 48
Reflexión:
Jacob dio la gran bendición a Efraín, en lugar de a su hermano Manasés (que era el mayor). Cuando José se opuso, Jacob lo reprendió, ya que Dios le había dicho que Efraín iba a ser más grande. A menudo, Dios trabaja de formas inesperadas. Cuando elije a alguien para ejecutar sus planes, siempre va más allá de la apariencia, de la tradición o de la posición. Algunas veces, nos sorprende al elegir a la persona menos obvia, al menos para el razonamiento humano. Tengamos presente, entonces, que puede elegirnos para llevar a cabo alguno de sus planes, aunque quizás pensemos que no somos los más calificados para hacerlo.
Cuando a José lo vendieron como esclavo, Jacob pensó que estaba muerto (porque así le dieron a entender sus hijos al traerle la túnica manchada de sangre), y lloró de desesperación. Pero, al final, el plan de Dios, permitió que Jacob recuperara no sólo a su hijo José, sino también a sus nietos. Las circunstancias nunca son tan malas que están fuera del alcance de la ayuda de Dios. Jacob recuperó a su hijo y a sus nietos. Job recuperó una nueva familia (Job 42.10-17). María recuperó a su hermano Lázaro (Juan 11.1-44). No debemos desesperarnos, porque pertenecemos a un Dios poderoso y amoroso. Nunca sabemos qué bien nos traerá, a partir de una situación desesperada.
Jacob, habló de Dios, como el que lo había pastoreado a través de la vida. En su ancianidad, podía ver con claridad su dependencia de Dios. Se nota el cambio total, respecto de la actitud intrigante y deshonesta de su juventud.
Para cultivar una actitud como la de Jacob (a partir de su lucha con el Ángel en Peniel), debemos dejar que el Señor nos pastoree, y confiar en su provisión y cuidado. Cuando descubrimos que todo lo bueno proviene de Dios, es momento de dejar de estar afanosos y de querer resolverlo todo por nuestros propios medios. Dejemos que Él conduzca nuestra vida!!! No nos arrepentiremos, nunca!!!