El orgulloso y arrogante, al fin de cuentas, fracasa

 Reflexión sobre Éxodo 7.14-25:
      Dramáticamente, Dios convirtió las aguas del Nilo en sangre, para mostrar a Faraón quién era Él. ¿Hemos deseado en algunas ocasiones, que suceda un milagro, para estar seguros de Dios? Él nos ha dado el milagro de la vida eterna, por medio de la fe en Cristo. Algo que Faraón nunca obtuvo. Este es un milagro silencioso, y aunque es menos evidente en este momento, es tan extraordinario como cuando convirtió el agua en sangre. El deseo de señales espectaculares, puede hacernos desconocer los milagros más sutiles, que Dios está realizando a diario. 
      Egipto era una gran nación, pero la mayor parte de la población, se encontraba en las márgenes del río Nilo. Esta vía fluvial de casi cinco mil quinientos kilómetros, era realmente un río de vida para los egipcios. Hacía posible la existencia, en una tierra que estaba prácticamente desierta, al proporcionar: agua para beber, para la agricultura, para el aseo y para la pesca. La sociedad egipcia, era un cinturón de civilización, alineado en las márgenes de esta fuente de vida, y raramente se adentraba en el desierto que la rodeaba. Sin el agua del Nilo, Egipto no podía haber existido. ¡Imaginémonos la consternación de Faraón, cuando Moisés convirtió las aguas de este río sagrado, en sangre! A pesar de esto, su corazón se endureció, y siguió en arrogante desobediencia frente al Señor. Se obstinó en querer prevalecer sobre Dios. Las consecuencias de su lamentable actitud no tardarían en llegar. "Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu."  Proverbios 16.18  "La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra." Proverbios 29.2  Que Dios nos ayude a reconocer nuestras faltas, arrepentirnos, y buscar su perdón. Sólo por esta vía seremos restaurados, y volveremos a entrar en el gozo de nuestro Señor.

Texto bíblico:
   "Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.
15 Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra,
16 y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír.
17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.
18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río.
19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.
20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.
21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.
22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.
23 Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto.
24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río.
25 Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río."  Éxodo 7.14-25