Raíz de todos los males es el amor al dinero

Reflexión sobre Éxodo 10:
   Dios dijo a Moisés que estas experiencias milagrosas con Faraón, debían ser transmitidas a sus descendientes. ¡Qué historias podría contar Moisés! Estaba siendo testigo de sucesos que muy pocos podrían ver. Es importante contarle a nuestros hijos, la historia de la obra de Dios en nuestro pasado. ¿Cuáles son los puntos críticos de nuestra vida donde Dios intervino? ¿Qué es lo que está haciendo por nosotros ahora? Las historias que contemos serán la base de la creencia de nuestros hijos en Dios?
    A medida que cada plaga descendía, el pueblo egipcio se daba cuenta de cuán incapaces eran sus dioses para detenerlas. Apis, el "poderoso" dios del río Nilo, no pudo evitar que las aguas se convirtieran en sangre (Éx. 7.20). Hator, la diosa-vaca, se vio indefensa cuando el ganado egipcio murió en manadas (Éx. 9.6). Amón-Ra, el dios sol y jefe de los dioses egipcios, no pudo detener la misteriosa oscuridad que cubrió la tierra por tres días completos (Éx, 10.21-22). Los dioses egipcios eran imágenes impersonales como el sol y el río, eran numerosos, y adorados junto con otros muchos dioses. Al contrario, el Dios de los hebreos era: un Ser personal viviente, el único Dios verdadero, y el único Dios al que debían adorar. El Señor los estaba probando, tanto a los hebreos como a los egipcios. Para que reconocieran que Él sólo era el Dios viviente y todopoderoso, al cual debían adorar con todo su corazón.
   ¿Por qué estaba Faraón tan renuente a dejar salir al pueblo? Los hebreos eran mano de obra gratuita, los constructores de grandes ciudades. Como líder egipcio, Faraón no podía dejar ir un recurso tan valioso. El afán por lo material cegó a este rey, que finalmente probó las amargas consecuencias de sus lamentables decisiones. "... porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores." 1Timoteo 6.10

Texto bíblico: 
 "Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,
y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.
Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta,
la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo.
Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón.
Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?
Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?
Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.
10 Y él les dijo: !!Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? !!Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!
11 No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.
12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó.
13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta.
14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después;
15 y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.
16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros.
17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.
18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.
19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.
20 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.
21 Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.
22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días.
23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.
25 Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios.
26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.
27 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir.
28 Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.
29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro."  Éxodo 10